Entre los mayas y los aztecas no había perdón para quien matara a un quétzal. Se piensa que al considerarlo un ave sagrada, la captura se hacía con mucho cuidado: un hombre se escondía en un árbol e imitaba el canto del ave. Cuando aparecía uno, lo atrapaba con las manos, le quitaba las largas plumas salientes de la cola, y lo dejaba ir. Las plumas, que usaban como adorno de los atuendos de sus gbernantes, le volvían a crecer al pájaro en poco tiempo.
| Número: | 255 |
| Año: | V |
| Fuente: | Prof. Sofía Solórzano Lujano |
| Dependencia: | Facultad de Estudios Superiores Iztacala |
| Área: | |
| Institución: | UNAM |
| Publicado en LA PRENSA el 04 de mayo de 2010 | |
Léalo completo en http://www.cic-ctic.unam.mx/download/unamirada/pdf_prensa/unamirada_255.pdf





0 comentarios:
Publicar un comentario